Hoy cumplo cinco años 

El 12 de febrero de 2017 recibí el Bautismo en el Espíritu dentro del Seminario de vida en el Espíritu que hizo Maranatha en la parroquia de San Germán, en Madrid. La primera vez que oí  hablar de la Renovación carismática fue así: un domingo por la noche, sería el año 2009 o  2010, después de llegar de misa, me dispuse a preparar la cena y para distraerme me puse  Radio María. A través de los auriculares escuchaba la voz de un hombre mayor que en claro  español con acento italiano explicaba cómo el Espíritu Santo transformó su vida radicalmente.  Era el padre Cantalamessa. Al acabar me apunté en la agenda: “Renovación carismática” y me  propuse buscar dónde podría encontrar ese movimiento en Madrid. Pero pasó el tiempo y no  lo busqué. 

Aunque la fe me ha sostenido a lo largo de mi vida, especialmente a partir de los 14 años, no  ha sido una experiencia de fe fácil ya que esta me llegó de forma espontánea y la viví siempre  en la más absoluta soledad tanto social como familiarmente. 

En noviembre de 2016 estaba bastante mal de salud. Llevaba una pesada mochila vital que  cada vez me consumía y me agotaba más. Una noche en que me encontraba muy mal me  levanté y recibí tres palabras claramente en mi conciencia: TODO ES DON. Supe que el Señor  me lo decía y le pregunté: ¿Cómo que todo es don? y me repitió de nuevo TODO ES DON. Lo  recuerdo con absoluta claridad y consciencia. No entendía el sentido de esas palabras en ese  momento en que estaba tan mal hasta tal punto que al día siguiente ingresaba por urgencias  en el hospital de San Rafael donde estuve una semana. Sin embargo la explicación de aquellas  palabras vendría unas semanas después cuando el párroco dijo en los avisos tras la misa que  iba a haber un Seminario de la Renovación carismática católica en el Espíritu. Recordé aquella nota que guardé en la agenda años atrás. Desde luego no iba a perder la oportunidad y me  presenté el 1er día. El salón de actos estaba lleno a rebosar pero vi a lo lejos un asiento vacío,  me abrí paso y me senté. Empezaron las canciones y después un fraile vestido de blanco  empezó a hablar. Era Chus.  

A la semana siguiente dudé en volver, no obstante la curiosidad me llevó. La 4ª semana fue la  de la Efusión en el Espíritu. Me impusieron las manos y con el canto me empezaron a correr  lágrimas y empecé a respirar profunda y serenamente. En ese momento vi en mi corazón al  Señor arrodillado para lavarme los pies. Le dije que no era digna de que me lavara así sin  mérito previo mío pero la respuesta fue inmediata : “si yo no te lavo no tienes nada conmigo”. Y como Pedro le dije “Señor entonces no sólo los pies sino las manos y la cabeza”. Aquello me  estaba sanando intensamente en lo más profundo de mi existencia. El Señor me estaba  llevando a entender el sentido de aquellas tres palabras “TODO ES DON “ y me estaba  haciendo nacer de nuevo del agua y del Espíritu. Cuando ya me hundía como Pedro en las  aguas turbulentas, cuando ya casi no podía más física ni psicológicamente, cuando no veía luz  ni mirando al pasado ni al futuro, entrando ya en una fase de desesperanza autodestructiva fui  salvada, llamada por mi nombre. El Espíritu me llevó al encuentro con Jesús. El encuentro con  Jesús experimentado por medio del Bautismo en el Espíritu me hizo nacer de nuevo. Por eso  digo con gozo que hoy cumplo cinco años. 

Una vez que Jesús te hacer ver, tomas conciencia de que verdaderamente todo es don, toda  experiencia vivida, porque Él siempre estuvo conmigo, todo fue un camino para que llegara  este momento. He llegado a casa, a Maranatha, que es como un hospital donde vamos  llegando los heridos, los enfermos y donde encontramos al médico, Jesús, y a los hermanos con quien compartir esta nueva vida que vivimos en alabanza, porque la alabanza no se puede  vivir en soledad, se necesita comunidad. La Renovación carismática, y Maranatha en particular, es una corriente de Gracia en la que, una vez que te alcanza, ya no eres tú quien navegas por  ella sino que es la propia corriente la que te lleva donde el Espíritu de Dios quiere.
¡Gloria al  Señor!