Plan de Salvación en la salud y en la enfermedad
Plan de Salvación en la salud y en la enfermedad
Queridos hermanos: nosotros, Jesús Rubio y Marisol Ramírez, somos del grupo de Maranatha, de la RCCeE. Iniciamos nuestro caminar en la Renovación, con un Seminario de Vida en el Espíritu, impartido por el P. Chus Villarroel, en Octubre de 1996, en un momento crucial, y desde ese momento nuestra vida cambió radicalmente. Yo creo que ahí empezó la obra de Salvación del Señor en nuestras vidas.
Jesús, mi marido, falleció el día 10 de febrero tras una corta enfermedad y ya que él no puede daros su testimonio, voy a tratar de darlo yo en su nombre. Voy a contaros cómo ha vivido él su enfermedad y como ha afrontado el momento de su muerte y cómo la he vivido yo.
Durante finales de julio y parte de agosto, se encontraba medianamente regular: dolores de huesos, algo de cansancio, que no confesaba, etc., pero nada que nos hiciera pensar que pudiera tener algo grave. El día 17 de agosto volvimos de la playa y el 21 de agosto entró en urgencias y ya lo dejaron ingresado para definir mejor la enfermedad.
Desde el primer día supimos que era un cáncer de pulmón y cada día que pasaba las noticias eran peores. Estaba en estadio IV, no era operable y el tipo de células eran muy muy agresivas.
Decidieron empezar rápidamente con quimioterapia, pero ya nos dijeron que eran tratamientos paliativos, no curativos. A él, el primero, le explicaron cuál era su situación con total claridad y a mí me dijeron que en cuanto al tiempo que le podía quedar de vida, en el mejor de los casos hablábamos de meses.
Como podréis suponer al principio fue un impacto, un impacto que yo pude traslucir en su mirada pero no en sus palabras, no decía nada, lo aceptaba.
Pues bien, lo que os puedo contar es que Jesús aceptó su enfermedad con total entrega. El P. Donato vino a vernos al poco tiempo de volver a casa y le dio ya la unción de enfermos y estuvo varias horas con nosotros. Y a él ya le dijo que no quería irse de este mundo por no dejar a su familia, pero que él solo quería lo que el Señor quisiera para él.
Ha vivido la enfermedad con total aceptación y entereza, como era él, una persona que no se quejaba y ha ido viendo como sus fuerzas mermaban poco a poco, entregado y agarrado fuertemente al Señor.
¿Cómo he vivido yo o mejor cómo hemos vivido los dos esta situación? Pues cuando un matrimonio lleva tantos años juntos y, gracias al sacramento del matrimonio, ¡Bendito Sacramento!, ya no sabes dónde acaban los sentimientos de uno y cuando empiezan los del otro. Nosotros llevábamos ya 36 años de matrimonio y la verdad es que nuestra vida no ha sido fácil a veces, pero con la distancia ahora yo lo veo clarísimo: ¡el Señor nos ha ido preparando para este momento!
Los primeros días yo aparte del shock, tuve un momento de rebeldía con el Señor y le clamé: ¿por qué ahora Señor viene esto, cuando mejor estamos? ¿Por qué lo permites? Pero enseguida lo vi claro y le clamé:
¡Bendito seas Señor por haber permitido que todas nuestras desavenencias, nuestros conflictos, nuestros problemas, hayan sido totalmente sanadas por Ti! Gracias a todas las personas que nos has ido poniendo en nuestro caminar en el Señor.
Gracias Señor, porque si no Jesús no se hubiese ido con tu Paz ni yo ahora estaría viviéndolo de igual forma.
Pues bien, como os decía antes, al principio, sí que tuve esos momentos de rebeldía y de ahogo, de venírseme el mundo encima. Me iba a jubilar en breves días, me iba a quedar sola en mi casa, cuando cerrara la puerta, porque gracias a Dios, tengo dos hijos y una familia maravillosa.
Tuve dos momentos de angustia, dos momentos de llanto y de partirse mi corazón y justo fueron delante de Jesús; y os puedo decir que fue preciosísimo porque encima era él el que me animaba y me decía: tú si puedes, tú si puedes con todo esto, porque tienes lo más importante, tienes al Señor y tienes a muchísima gente que te quiere.
A partir de ahí me entró una Paz tremenda con la que he podido estar cuidándole en cuerpo y alma. Yo os puedo decir hermanos que este tiempo de cinco meses y pico, hemos sido felicísimos, quizá más felices que en toda nuestra vida. Hemos compartido cada minuto juntos, hemos compartido películas y series, que en otro momento hubiese sido impensable, dada la diferencia de gustos. Gracias a Dios, yo he podido estar todo el tiempo con él, porque no me quería perder ninguno de estos momentos que me quedaran de estar con él aquí, con su presencia física, pero sobre todo os puedo decir y muchas personas pueden dar fe de ello, lo he podido vivir sin angustia, lo he vivido sabiendo que él se iba y que la muerte estaba cerca, pero he vivido el día a día, disfrutando de él y luego Dios diría…y así ha sido, hasta el último momento.
En todo el proceso Jesús tuvo que ingresar dos veces más en el hospital, todo para tratar de paliar los efectos del tumor, una para ponerle un stent en la vena cava y la última para radiarle la columna, ya que el tumor estaba afectando a la médula. ….y ahí fue cuando decidieron, y nosotros aceptamos, que se acababan los tratamientos en el hospital que tanto le hacían sufrir al ir y venir, dado su estado físico. La opción que nos propusieron fue seguir en casa con tratamientos paliativos, aunque él sabía que eso significaba que ningún tratamiento había parado el tumor, lo aceptó con total normalidad y con alivio por otra parte de que ya se quedaba en casa tranquilo.
Y así ha sido, ha podido estar en casa hasta el final rodeado de todas las personas que le queremos.
Nuestro hijo que vive en Japón ha podido estar acompañándole casi cuatro meses y nuestra hija ha podido estar todo el tiempo. Ha sido un tiempo precioso de compartir toda la familia, con lo cual se ha ido rodeado de todo el amor que le podíamos dar y a su vez él también nos lo trasmitía. Se ha ido en Paz, se ha ido entregado al Señor.
Ahora yo puedo ver meridianamente claro, la obra que el Señor ha ido haciendo en Jesús, ha sido una obra maravillosa a lo largo de los años, ha ido sanando sus heridas, ha ido restaurando su corazón, lo ha ido preparando, como decía el P. Donato en la misa de su funeral en el tanatorio, “…engalanada como una novia ataviada para su esposo” Apocalipsis 21,2.
Jesús sintió el Amor y la Misericordia desbordantes del Señor en su debilidad. Él lo ha ido preparando, o mejor nos ha ido preparando a los dos para esta partida, para esta separación física, con todo el Amor y la Paz que solo pueden ser del Señor.
No puedo acabar este testimonio sin dar las gracias a la cantidad de hermanos que han estado rezando por Jesús y por nuestra familia en todo este proceso de la enfermedad. Hemos sentido el poder de la oración y el sustento de nuestra comunidad y de muchos más hermanos. Y todos rezaban por una sanación, por un milagro, pero yo veía que el milagro se estaba produciendo ya con la Paz que nos estaba dando el Señor y ahora veo clarísimo que el milagro se ha ido produciendo a lo largo de los años con todo el proceso que el Señor ha ido haciendo en el corazón de Jesús, en su espíritu, para llegar a esta plenitud total de disfrutar con el Señor.
¡Gloria a Dios!
Marisol Ramírez
Marzo 2021
Doy gloria a Dios por las vidas de Jesús Rubio y Marisol Ramírez. Son todo un ejemplo para quienes hemos tenido la gran fortuna de conecerlos.
Que precioso testimonio, Marisol.
Muchísimas gracias por compartirlo!