59. Los carismas. Por Chus Villarroel
En la teología del Espíritu Santo, además de los dones, hay otro grupo de gracias que se llaman carismas. Éstos, a diferencia de los dones, no son para utilidad y crecimiento personal sino que se dan para el bien de la comunidad. Los dones los recibimos todos en el bautismo, al menos, como semilla y raíz. Los carismas llegan diferenciados: a unos, se les da unos, a otros, otros, según lo requiera el bien de la comunidad.
Carisma es una palabra griega que viene de la raíz “xaris”que significa gracia, don regalo, gratuidad. Aunque ya existía en griego no pasó al latín a no ser en poesía; la teología nunca la utilizó hasta el Vaticano II. En el lenguaje corriente ha empezado a utilizarse hace poco tiempo, a raíz, de la acogida del Vaticano en sus documentos. La palabra secularizada ha adquirido derecho de pertenencia como si hiciera siglos que estuviera con nosotros. Hoy se aplica en lo secular a cualquier persona que tenga algún don particular a través del cual llegue a la gente.
En la Iglesia suele distinguirse entre estructura y carisma. Hay una organización básica que hoy día está representada por la jerarquía y los sacramentos con el culto que ello representa. El Papa, los obispos, los sacerdotes diocesanos, las parroquias y los fines a los que se dedican, forman la parte estructural. La Iglesia carismática es otra parte de la Iglesia, que no es esencial pero es imprescindible para su vitalidad. En esta podemos incluir a las diversas órdenes y congregaciones, grupos, movimientos y a las innumerables iniciativas que dan vida al pueblo de Dios. Tanto la estructura como el carisma están al servicio del pueblo que camina a través de la historia hacia la parusía o consumación final.
Hoy día está de moda el tema de los carismas, porque a veces la estructura se anquilosa y se vuelve rígida y sin darse cuenta mata la vida del Espíritu sustituyéndola por otra vida que es más bien muerte porque se trasforma en precepto, ley, moral y rigidez, huyendo de ella el amor, la misericordia, la tolerancia, la gratuidad, la condescendencia y la libertad de expresarse cada cual según se lo pida su intimidad. Si el evangelio lo trasformamos en ley, hemos vuelto al judaísmo; si la autoridad es un dominio volvemos a los modos del mundo; si el culto y la oración no nos cambian la vida es que nos aferramos al pasado y recordamos a un muerto; si nos salvamos por nuestras obras, inutilizamos la sangre de Cristo; si me salvo yo con mi esfuerzo, expulso a Jesucristo y al Espíritu Santo de mi vida; finalmente, si llego a la perfección por mí mismo, no sabrán qué hacer conmigo en el otro mundo.
Ha habido momentos en la historia en los que la rigidez de la Iglesia ha hecho casi desaparecer todos los carismas antiguos de los que habla San Pablo. Por ejemplo, en la época de la contrarreforma. Parecía que iba a morir todo, pero no, nada de eso. La creatividad del Espíritu Santo es infinita. Se puso sordina a los carismas antiguos pero surgieron otros nuevos muy acomodados al tiempo: Carismas misionales: Se ha predicado el evangelio en todas las naciones que han sido regadas por la sangre de innumerables mártires. Carismas asistenciales: Se han fundado en estos siglos muchas congregaciones que han hecho una labor magnífica en la educación, en el cuidado de los pobres, enfermos, desahuciados, ancianos y otras mil tareas. Carismas pastorales: Se han fundado congregaciones para la predicación de misiones populares, se han creado editoriales, imprentas y todo lo relacionado con la formación para recristianizar al pueblo. En el siglo XX ha habido grandes carismas de actualización teológica, como las corrientes de renovación bíblica, de los seglares, de la liturgia, ecuménicas y otras muchas. Finalmente los grandes movimientos actuales tanto de tipo pastoral como carismático mantienen viva la acción del Espíritu en la Iglesia y en el mundo.
Ahora se están renovando los antiguos carismas de los que habla San Pablo en sus epístolas. La presión de la Iglesia estructural sobre las periferias ha amainado y brotan por doquier carismas nuevos avalados además por el Vaticano II, en la Lumen Gentium, en la que se dice que además de los dones jerárquicos todo cristiano, incluso individualmente, puede recibir carismas del Espíritu en vistas a construir una Iglesia más diferenciada y cercana a la gente. Hay todo un gran movimiento con cientos de miles de integrantes que se llama Renovación carismática.
Yo pertenezco a este grupo de personas. Entré a mis cuarenta años y allí encontré un lugar donde he desarrollado mi sacerdocio y mi carisma dominicano de una manera plena. A este lugar se entra por una experiencia del Espíritu, habida o buscada, que te introduce en un nivel donde se percibe con claridad la elevación de los dones. Lo llamamos, como en Hechos, bautismo en el Espíritu. Como ya he dicho, la altura de los dones sobrepasa el esfuerzo racional y es el Espíritu el que empieza a actuar. En ese mismo nivel están los carismas. Los carismas no brotan del esfuerzo de una persona, de la programación de un capítulo o de un plan pastoral diocesano. Vienen de arriba.
Los carismas que rebrotan ahora son los de San Pablo, a saber: Carisma de palabra o predicación; carismas de curaciones; carismas de milagros; discernimiento de espíritus; a otros diversidad de lenguas; a otros don de interpretarlos (1Co 12, 8-10).
… y así puso Dios en la Iglesia primero a los apóstoles, después a los profetas, después a los maestros, después los milagros, luego los dones de curación, de asistencia, de gobierno, diversidad de lenguas (1Co 12, 28-30).
Teniendo dones diferentes, practiquémosles: en el ministerio, en la enseñanza en la exhortación, en el dar, en el predidir, en la misericordia (Rm 12, 6-8).
Él mismo dio a unos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelizadores, a otros pastores y maestros para el recto ordenamiento de los santos y para edificación del cuerpo de Cristo (Ef 4, 11).
Si me preguntáis con qué carisma me siento identificado os diría que como predicador y como escritor, los propios de mi Orden dominicana. Son unos 20 carismas los que cita San Pablo, entre los que están varios de servicio. Creo que todos tenemos que identificar o, al menos, buscar o pedir el nuestro para el bien de la Iglesia y de esta pandemia que sufrimos.
Esta mañana al abrir la Biblia, el Señor me da el comentario para el escrito de Chus antes de haberlo leido, me parto. Porque yo no tengo nada que decir sobre el asunto de los carismas, ni es el mío la organización de lo comunitario.
Yo he venido a este mundo para abrir un proceso. Así, los que no ven, verán y los que ven, quedarán ciegos. Juan. Al oir esto, los fariseos que estaban con él le preguntaron: somos también nosotros ciegos? Jesús les contestó: si fuerais ciegos, no tendriais pecado, pero como decís que veis, vuestro pecado sigue ahí. Juan 9,40
Los fariseos seguian la estela de Moisés, que había conocido a Dios Padre y, tras recibir su Mandato, encendió una senda de luz en medio del pecado, los apóstoles seguían la del Hijo, que les abrió los ojos y nosotros nos encontramos ahora de frente, después de dos mil años con el Espíritu Santo, que nos regala carismas para sostener el Proceso de Salvación hasta el ultimo día.
Si proclamamos que vemos, tenemos que, luego, mirar con los ojos del corazón, con los de Jesús, en lugar de aferrarnos al cumplimiento, ni a los carismas. Porque, si no, el pecado seguirá ahí aunque prediquemos, sanemos o alabemos en lenguas.
Doy muchas gracias por tus carismas, sí, de predicador y escritor de la Gratuidad de la salvación y de la humanidad de Jesucristo. Sólo en el Cielo verás los encuentros que Él se ha preparado a través de tus líneas y tus palabras. Y cómo nos ha penetrado los corazones. Relatos de gratuidad, Reflexiones desde el cáncer, Pedro Reyero, Cristo mi justicia, Vivencias, Viacrucis, tus confesiones…
Como san Pablo tus carismas tienen mucho qué ver con tu misión, al servicio de la Comunidad, Maranatha y más allá. Yo veo que, en tí, «todo estará cumplido».
Veo la necesidad de esta obra del Señor, era y es necesaria, hacía falta, estábamos sedientos y el Señor nos ha dado de beber/leer a través de los carismas que te han sido otorgados.
Me siento agradecida. Soy una de las beneficiadas. Tus libros son «mi tesoro», un tesoro que es la antítesis del del señor de los anillos, porque quien más se deja atraer x él, más Smigol se vuelve y menos Gollum. Más de Cristo por el Espíritu envolvente.
Gracias Chus. Con los escritos sobre los dones has conseguido que que mi corazón y mi mente, tan anquilosados después de años de aridez espiritual, se pongan en funcionamiento. ¡Qué lío tengo con los dones y las virtudes! Me está ayudando mucho a “estructurar” mi relación con la Trinidad y darme cuenta que siempre había sido parte de la obra de Dios.
Ahora los carísimas; que bien explicado y que bien lo entiendo. Parece una obviedad pero es que mi “caída del caballo” está siendo larguísima, a cámara lenta. No siempre entiendo porqué acepto con gran placer lo que no me explico. Me asombra, me atrae y disfruto, me llena de paz interior presenciar los carísimas de los demás. Percibo cuando cambia la alabanza, cuando en las enseñanzas la voz es otra… Supongo que algún día sabré para qué me quiere Dios en su obra porque la Iglesia la hacemos y somos todos creo.
¡Gracias a Dios por concederte Chus ese precioso carisma de la predicación! ¡Gloria al Señor!
Ayer, al final del escrito puse una frase que antes de enviar el comentario borré. Esa frase ahora la recupero para el inicio de este escrito. La frase era: “Pero doctores tiene la santa madre iglesia.”
Quizá demasiados doctores, cada uno con su opinión, mirando al enfermo desde su especialidad, y muchas veces sin llegar a un diagnóstico común, y por eso se le muere el enfermo. Cada uno quiere curar lo que le parecen unos síntomas según su especialidad, pero sin ponerse de acuerdo con los otros doctores, y sus medicinas, en ocasiones, perjudican a las otras dolencias de la persona y por ello se produce la defunción. Después analizamos los motivos de ese empeoramiento, pero ya no tiene solución ni remedio.
Hablamos de una estructura jerárquica y rígida de la iglesia, pero a mí me parece que no lo es tanto. Estructura jerárquica, porque así la creó el mismo Jesucristo, nombrando a Pedro como cabeza visible, como piedra fundamental para edificar Su iglesia. Después tenemos a los apóstoles, que a su vez, y ya después de Pentecostés, fueron dando responsabilidades a los miembros de la comunidad, para que de esa forma se fueran atendiendo las necesidades de todos. Y así la iglesia fue creciendo hasta nuestros días.
Creo que en sus enseñanzas no es tan rígida, pues se ha ido adaptando a las exigencias que les han ido imponiendo esta sociedad en la que vivimos, y en la que no buscamos nada más que nuestra comodidad, y ya sabemos y tenemos experiencia de cómo es ésta, y lo que persigue. El problema de este ablandamiento es que se ha olvidado de las palabras de Jesús “el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. Y sabemos que Jesús es el camino, la fuente, la raíz de nuestra religión para la salvación.
Jesús fue compasivo, misericordioso y sanador con los humildes, con los pecadores, con los enfermos corporales y espirituales, pero también fue duro con los hipócritas, los soberbios, los que no sabían perdonar. Supo mirar y predicar con justicia de amor a todos. Si nos separamos de nuestra base, de sus palabras, estamos creando otra religión, y después de esa nueva creación, cada uno de los miembros, seremos capaces, con cualquier justificación, de crear otra edición modificada del primer libro, el original. El de Jesús, ya se desvirtúa. Entonces las personas que comprueban en las distintas ediciones, cada una con sus normas, hacen que el nuevo lector, no sepa a cual acogerse, y termina por desechar a todas ellas.
En el escrito se habla de que ahora existen nuevos carismas. Para mí esos carismas no son otra cosa que los mandatos de Jesús de la forma en la que deberíamos de actuar los cristianos, amando a nuestro prójimo. Eso sí, profundizando más determinadas personas en algunos de esos mandatos, pero que dentro de esa especialidad, como hablábamos de las ramas de la ciencia, no se deben de olvidar los otros, o prescindir de ellos, pues de lo contrario, se nos moriría o se nos muere el enfermo.
Para llegar a esas especialidades se necesita, como hemos visto en días anteriores, una inteligencia para ver la sabiduría, una capacidad para saber lo que se debe de enseñar o aconsejar, y por supuesto una fortaleza para seguir adelante, y todo ello por amor al Dios, el que mandó a Jesús a la tierra para darse a conocer, y el que nos envía su Espíritu en esos dones.
El peligro de esos carismas, independientemente de las buenas voluntades de sus enseñanzas, es que quizá se puedan dejar de llevar por su soberbia al prescindir o separarse más o menos, de ese Jesús, que es el tronco de la vid, y a esos sarmientos, al distanciarse del tronco, su sabia tiene más dificultad para que les llegue, y terminan secándose y con ellos se llevan al fruto que existe en sus ramas. Por desgracia, ahora en nuestra sociedad, existe mucha fruta secándose en la tierra. Como decía, el peligro está en que al mirarse en el espejo de su especialidad, menosprecien a otros grupos con distintos carismas, sin darse cuenta de que todos unidos, como un solo cuerpo, y bajo la dirección del Espíritu Santo, tienen que llevar adelante la misión de Jesús, de la que somos herederos y discípulos.
Pero “doctores tiene la santa madre iglesia” y Dios sabrá valorar con justicia sus intenciones y sus frutos.
Los carismas
Todas las personas tienen carismas a pesar de que no sepan identificarlos. No me imagino a nadie carente de algún carisma.
Aquí nos referimos a ciertos carismas en el terreno espiritual pero también entre los bautizados no practicantes y no creyentes se pueden dar ciertos carismas, que seguramente habría que denominarlos como virtudes naturales.
Si nos centramos en la Iglesia y sus movimientos la lista es interminable para bien de la comunidad.
Todos los carismas del Espíritu Santo son capacidades de las personas por sus talentos, que estamos llamados a ponerlos en práctica.
Los hay más llamativos y otros son más discretos pero en su conjunto nos beneficiamos mutuamente todos de ellos.
En mi opinión tienen que ir acompañados de la humildad personal, reconociendo qué es el Señor a quién debemos dar Gloria, y evitar envanecernos por poseer algún carisma.
Nuestro ego hay que mantenerlo a raya para evitar apropiarnos de algo que nos ha sido regalado por el Señor.
Por último Chus nos dice;
«Creo que todos tenemos que identificar o, al menos, buscar o pedir el nuestro para el bien de la Iglesia y de esta pandemia que sufrimos.»
Pienso que en ésta pandemia de confinamiento con movilidad reducida con el sufrimiento que produce de lo que sabemos y de lo que se nos oculta, lo mejor sería hablar de Jesucristo a tiempo y a destiempo, en nuestro entorno más cercano, como también hacerlo en las redes sociales WhatsApp, Twitter, Facebook, etc. y perder el miedo a ese pudor del que pensarán de nosotros ciertas amistades o grupos de conocidos.
¿Sería el carisma de valentía?
¡GLORIA AL SEÑOR!
Esa diferenciación entre Iglesia jerárquica iglesia carismática cuánto daño ha hecho y sigue haciendo. Quizá una de las cosas que hemos aprendido en esta Corriente de Gracia es
que cualquier ministerio antes que un privilegio de poder es un carisma de servicio incluido el de pastorear a los hermanos, , el de confirmarlos en la fe cómo le corresponde a los obispos y al papa y a los sacerdotes. Otra de las cosas que también le he hecho daño a la Iglesia es esa diferenciación clásica entre Iglesia docente y discente en esta corriente de gracia hemos aprendido y vivido el Señor nos habla muchas veces a través de los más sencillos, no sabrán teorías de perijoresis o de los grados en el pecado y sin embargo con decir Jesús está vivo porque yo estaba muerto y él me ha resucitado ha transformado mi lamento en alabanza , mi vida en acción de gracias… Veo al Papa Francisco y digo así se ejerce el ministerio como carisma por qué se vive así como Don de Dios
Don del Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo