46. Libres de la Ley. Por Chus Villarroel
El logro más genial de San Pablo es haber hecho católico al cristianismo. De no haber mediado su genialidad, el cristianismo nunca hubiera dejado de ser una secta judía. Católico significa para todos, es decir, universal. El Espíritu Santo se lo había hecho ya ver a San Pedro pero a éste le faltaba la preparación y teología necesaria para arrancar al cristianismo del judaísmo. Los judíos cristianos en un principio creyeron que todos los cristianos debían comenzar por cumplir la ley judía de forma que el cristianismo no sería otra cosa que la coronación del judaísmo. Fue Pablo el que decididamente señaló la separación entre la salvación que viene de la ley y la que viene de la gracia en Cristo Jesús.
Esto trajo una división fuerte en la Iglesia. A favor de Pablo se pusieron los convertidos del paganismo que cada vez engrosaban más las filas de la nueva fe. En Antioquía, por ejemplo, había una numerosa comunidad cristiana que se multiplicaba día a día. Esta gente venida del paganismo no conocía la ley ni tenía querencia alguna hacia la tradición judía, más bien, al parecer, la detestaban. Cosa que no es de extrañar pues al haber encontrado la libertad en Cristo no se sentían a gusto con los numerosos preceptos a los que obliga la ley.
En contra de Pablo estaba un numeroso grupo de cristianos venidos del judaísmo. A estos, judíos de nacimiento, convertidos al cristianismo, les faltó altura para separar la nueva fe de sus viejas tradiciones judías. Por eso, a la vez que creían en Cristo, afirmaban que era necesario circuncidarse y cumplir los demás preceptos de la ley mosaica. Sin duda esta gente había tenido una auténtica experiencia cristiana, seguro que recibieron el Espíritu Santo y hablaban en lenguas, pero no supieron ponerle palabras justas a lo que estaban viviendo. No fueron capaces de calibrar la profundidad de su nueva experiencia cristiana.
El tema era, pues, el de la necesidad de la ley judía para salvarse. Pablo decía que no, que no era necesaria, que nos salvamos por gracia, es decir, por la fe en la sangre de Cristo que ha muerto gratuitamente por nosotros. Esta fe es la que nos justifica delante de Dios, la que nos hace justos y aptos para el cielo. No es la ley ni el cumplimiento de ninguna otra obra. No es que el cristiano desprecie las buenas obras sino que lo que dice es que no están a la base de nuestra salvación sino que las hacemos como consecuencia de estar salvados y por efecto de la gracia. No nos salvamos por hacer obras buenas sino que hacemos obras buenas por estar salvados. La gracia o gratuidad es lo primero.
Yo suelo decir que gracias a que triunfó la tesis de San Pablo, nosotros, cristianos del siglo XXI, podemos comer morcilla, jamón y chorizo ya que de tener que cumplir la ley lo tendríamos muy prohibido, puesto que el cerdo era el animal impuro por antonomasia. Evidentemente el tema no es de comer y beber, sino que tiene mucha profundidad de modo que en esta discusión tomó parte el mismísimo Dios. Su Espíritu lo iba guiando todo para que fuéramos descubriendo todo lo que había implicado en la muerte y resurrección de Jesucristo. Porque si la salvación habría de depender del cumplimiento de la ley, de la circuncisión y de unos cuantos preceptos más, ¿para qué murió y resucitó Cristo?
No se trata, pues, de ensalzar al hombre que cumple. Si fuera así, la religión buscaría la glorificación del hombre o raza o especie humana. Lo que quiere Dios es llevar a la humanidad a un proceso donde sea entendida y glorificada la obra que ha hecho Dios en el hombre Jesús. Dios nos ama en Cristo, no en nosotros mismos y en nuestras obras. Por eso, gracias a Cristo, hombre divino y eterno, nosotros somos participes del amor y finalidad con los que Dios ha creado el universo. Todo ha sido creado con Cristo, por él y para él. ¿No te sientes suficientemente importante si Dios no te ama directamente sino por medio y a través y en Jesucristo?
Esto lo digo porque me he encontrado con mucha gente que quiere ser amada en sí misma. Los de las obras quieren ser amados en sus méritos que para eso han trabajado tanto. A mí me encanta ser amado en Cristo y encontrar en él mi justificación, sin méritos ni virtudes, como decía Santa Teresita del Niño Jesús. Tengo ya un claro convencimiento de que en mis obras no voy a ser amado, pero en Cristo sí. Si ahora me alcanzara el Covid-19 tendría que pasar lo que fuere pero, si en ese trance me muero, lo que tengo claro es que mi salvación no me va a añadir ningún sufrimiento ni temor sino, al contrario, el pensar en ella y rezarla y acogerla me dará mi mayor gozo y alegría. Mi fe será mi mejor compañía en mi muerte, siempre contando con el Espíritu Santo que me dará la gracia de la perseverancia final.
La alegría del cristiano está en que entre nosotros el gozo siempre será más hondo que la pena. Está muy claro. Eres amado y en ese amor, si lo aceptas, va incluida tu salvación y vida para siempre. Esto, que puede ser una simple frase bonita si no tienes fe, se va haciendo vivencia con el crecimiento de la fe en ti. Dios, por medio de su Espíritu, se deja sentir en tu vida.
Gracias Chus.
Qué alivio que sea así.
Qué bien que nos lo recuerdes.
Para mí es un descanso ser amada en Cristo y no en mí misma.
¡Qué interesantes y profundos tus últimos regalos! Historia, teología y espiritualidad en perfecta unidad. ¡Gracias!
Asistidos por el Espíritu
La etapa de la ley y el cumplimento es algo secundario cuando se experimenta cierta madurez espiritual. Es Jesucristo y el Espíritu Santo junto a la Palabra quién nos lo revela si hay sinceridad de corazón.
Somos amados personalmente y salvados gratuitamente a través de Jesucristo que nos entrega su Espíritu Santo. Al recibir el bautismo en el Espíritu recibimos variadas experiencias personales y otras muy comunes que son compartidas en la comunidad para reafirmarnos en la fe.
A pesar de nuestras diferencias personales el efecto del Espíritu Santo nos hace ser iguales en el mismo sentir y pensar. Esta experiencia viene de nuestra fe en Jesucristo.
Cada persona tiene su propio proceso para que «Dios por medio de su Espíritu, se deje sentir en tu vida», tal como termina hoy la reflexión.
El Espíritu Santo trabaja individualmente a veces con cambios conscientes que podemos experimentar y también de manera inconsciente pues el Espíritu mora en nosotros.
El Espíritu nos revela nuestro pecado y nos asiste en nuestra debilidad. Al mismo tiempo nos quita la culpabilidad. Nos da compunción, lejos de pensar que a pesar de nuestra condición podemos hacer lo que nos venga en gana.
El Espíritu Santo trabaja activamente en nosotros, si no lo percibimos así es porque lo apagamos.
¡GLORIA AL SEÑOR!
Ciertamente los muy aferrados al judaísmo tuvieron dificultades en desprenderse de sus preceptos. Me recuerda que nuestros apegos a todo aquello que a Jesus le impide avanzar en su obra de transformación del alma, tarde o temprano deberán desaparecer. Es como si un romano de aquella época de las primeras comunidades, se hiciera cristiano pero a la vez no dejara de reconocer al emperador como señor. No sería verdadera conversión, sólo Jesús es el Señor. Y nosotros, cuántos idolillos podemos guardar aun sin enterarnos: cosas, personas, ideas. Cuánta gente de Iglesia se aferra a lo que de ninguna manera puede agradar a Dios, por ejemplo, ahora que los políticos están en el punto de mira, los hay, muy cristianos de nombre que a la vez defienden a capa y espada unas siglas de larga tradición, sin importar el mal que aportan a la sociedad. Incoherencia en la vida cristiana. Una vela a Dios y otra al diablo, que decía Santa Teresa. Es que ya ni siquiera nos ajustamos muchas veces a la ley y mucho menos a la Gracia gratuita. Lo que yo pienso y creo es mío y es muy válido, punto. ¡Ven Jesús y tíranos del caballo como a San Pablo! Sin Ti no podemos hacer nada. Sálvanos de nuestro cristianismo a la carta.
En nuestra historia anestesiada, casi nadie piensa en la salvación, porque no se piensa en la muerte. La necesidad de vida eterna está amortiguada por la intensidad del presente, pagada con obras, en concreto con dinero suficiente para consumir, al alcance de muchos. Vivimos la mentira mas gorda de toda la historia de la humanidad y pagamos por mantenerla.
A lo mejor ahora algunos deseamos que nos salven de nosotros mismos, de la familia, del confinamiento, pero lo necesitamos ya, no después de la muerte.
La ley y las obras regulan la vida, incluso la del Antiguo Testamento. Por eso Cristo lo respeta y va más allá.
Pero la muerte y el sufrimiento se han hecho ahora visibles como dueños de la vida, son el eje alrededor del cual estamos girando.
Y la ley no sirve para nada, como no sirven nuestros derechos. Si no nos sirve a nosotros, para solucionar nuestra angustia, cómo le va a servir a Dios ni a Jesús, que dijo que su reino no es de este mundo?
El problema de las malas obras es que alejan, impiden la protección divina y someten a la esclavitud del enemigo. Jesús intentaba protegernos de ellas, no imponer cosas imposibles para el barro del hombre.
La salvación es un regalo que solo algunos pueden valorar y que muy pocos creen. Jesucristo dijo que era el camino y nos hemos empeñado en que el camino es el nuestro fijandonos en Él. Por eso nos tiene que abrir los ojos, necesitamos el milagro de su Espíritu.
Cuánto me alegro por esas personas que pasan por la vida sin preocuparse de nada, sólo pendientes de ellos, de satisfacer sus caprichos de la clase que sean. Personas que hasta incluso han renunciado a creer en Jesús cuando alguien les ha hablado de Él. Personas a las que estoy seguro que Dios les ama, pues en algún momento, les habrá dado la posibilidad de conocerle. Seguro que insistirá hasta en el último momento para que comprendan que Jesús es el camino, y siempre, independientemente de la decisión que tomen, pasarán al cielo. Me alegro, y creo que será así, pues en la parábola de los obreros llamados a trabajar a distintas horas, a las personas que habían estado menos tiempo trabajando, el señor también les abonó el sueldo pactado, igual, para todos. En nuestro ejemplo, el cielo prometido. En la parábola no se comenta si las personas que habían sido llamadas a trabajar y no lo hicieron, recibieron también el denario.
En la lectura de hoy, el eunuco iba leyendo el libro de Isaías. El Espíritu mandó a Felipe para que se pusiera a su lado y le explicó el texto que no comprendía, y como consecuencia de ello, él pidió que le bautizaran. Demasiados verbos: leer, mandar, explicar, pedir, bautizar. Todas son acciones por deseo del Espíritu Santo que quiso llegar al eunuco por medio de esas actuaciones, a las que en última instancia, el hombre dio la conformidad. Si no lo hubiese hecho, está muy claro, que el Espíritu le amaba de todas formas, pero quizá no nos hubiese llegado ese pasaje a nosotros en ese momento, posiblemente después, pues Dios es insistente.
Lo mismo ocurre con nosotros, por lo menos conmigo. Estoy hablando de Jesús pues el Espíritu, sí, quiso que alguien me hablara de Él. Y como de alguna manera dije sí, recibí “los célebres talentos” que de una forma correcta o no, ahora estoy utilizando. No presumo de ello, pues existen muchas personas, entre ellas vosotros, que estáis actuando de la misma manera o mejor.
Dios quiso que Jesús viniese al mundo para que con sus enseñanzas, entre ellas la de perfeccionar las leyes judías, nos anunciara que Él es el camino. Cuando creemos en Jesús, no es sólo por el nombre, también por su vida, y que anunciando que el Padre nos ama, nos mostró la forma de actuar, amar al prójimo. Otros verbos: anunciar, amar, mostrar, actuar. Y Él sufrió muriendo en la cruz como hombre, cuando se podía haber hecho de otra manera. Y en el juicio final separará a unos a la derecha y a otros a la izquierda ya que unos hicieron y otros no.
Posiblemente mis talentos los esté utilizando mal, aunque no quisiera hacerlo, pero tengo la confianza de que otras personas, y el mismo Espíritu, me convencerán para que el capital lo invierta en otro “fondo” que me dará mejores resultados. Unos resultados cuya cantidad será el denario o cielo prometido. Que así sea.
Doy gracias a Dios que manda su Espíritu gratuitamente a todos nosotros para que le conozcamos y Él sabrá a partir de ese momento, lo que pasa. Utilizando el refranero “Todos los caminos llevan a Roma” y “el hombre propone y Dios dispone”.
Gracias, Padre Chus, por cada uno de los escritos, que nos animan cada día y nos ayudan a profundizar en Cristo Jesús.
Esta frase que tan bien resume la gratuidad: «Eres amado y en ese amor, si lo aceptas, va incluida tu salvación y vida para siempre» la siento como un especial regalo en estos días.
¡Que esté en nuestras manos nada menos que aceptar ese amor!
¡Que grandioso regalo! Pero lo increíble es que nos permitamos no hacerlo. Increíble pero cierto. Es lo que tantas veces hacemos, es lo que yo misma he hecho.
Solo puedo sentir arrepentimiento, tristeza y pena, pero siento que es desconocimiento, que es ceguera. Ante ese amor, no solo podemos aceptarlo, sino alabar y agradecer en todo momento y con total alegría, a quien así nos ama.
Todo el problema es la soberbia del hombre que hasta que no es tocado por el Espíritu Santo no es abatido en su creído poder.
Durante toda la historia del mundo el hombre ha intentado seguir unas reglas que le marcaban la religiosidad a la que se adherían, porque en el fondo todo hombre busca religarse a alguien más allá de el. El judío cumpliendo la Torá, los diez mandamientos dados, el pagano las reglas de sus dioses, el musulmán el koran y así podríamos ir nombrando a todos y esto está bien porque todos llevamos la búsqueda del bien de la paz de la verdad y así de paso tranquilizar la conciencia cumpliendo una serie de normas.
Pero llega el día en que el hombre se da cuenta que le es imposible cumplir con la ley completa. Entonces hay quien en su religión se ajusta a la ley sabiendo que no la está cumpliendo pero busca justificaciones diciendo que no es tan malo y que hace lo que puede, también está el que pasa y vive desde sí mismo, el que se rebela… y es que en el fondo a Pedro igual que a cada uno de nosotros es el Espíritu Santo el único dador de vida en plenitud, el único que nos revela a Jesucristo cumplidor de la ley total por nosotros y del amor inmenso del Padre desde la creación del mundo por sus criaturas con lo cual la Ley no queda abolida si no cumplida totalmente por Jesucristo en nosotros por nosotros y con nosotros y a nosotros, qué nos queda? qué nos produce? pues un apasionamiento de amor por este Gran Amador qué entregando su vida y su sangre para el cumplimiento de la ley perfecta por mí en mí, en y por cada uno de nosotros.
Y qué más vamos a hacer o decir, pues, Amén y Gloria a Dios. Hágase en mí. Hágase en toda la humanidad TU HUMANIDAD amado Rey.
Gracias, Chus, Gloria al Señor,,