43. La agalíasis. Por Chus Villarroel

Os estoy contando estos días la búsqueda de identidad de la comunidad primitiva cristiana en la que hubo luchas en el interior y persecuciones en el exterior.  No daría, sin embargo, fe de la realidad si no contara la vida interior de aquellas comunidades. Los cristianos no formaban un grupo de gente asustadiza y temblando ante la persecución. Nada de eso. No les arredraba la persecución y se sentían muy contentos de poder sufrir algo por el Señor.
Uno de los signos que caracterizaban las primeras reuniones cristianas era el de la exultación. En Hechos 2, 46 y en otros lugares se nos dice: Partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón. En griego la palabra alegría se dice agalíasis, pero no se trata de una alegría corriente. La agalíasis es alegría desbordante, más bien júbilo y exultación, lo que en latín se llamó más tarde jubilatio, que se expresaba en lenguas y con aclamaciones. El cristiano, iluminado por el Espíritu Santo se sentía un triunfador, no en sí mismo, sino en Jesús resucitado, en el hombre Jesús que había sido constituido kyrios, Señor y juez de la historia. Ser partícipes de esta experiencia hacía brotar derroches de agalíasis.
Esto significa que había mucha vida interior en las Iglesias basada en el amor y la unidad que les daba el Espíritu Santo. Todos tenían la misma experiencia, se podían contar los unos a los otros sus diversos testimonios de salvación. Jesús les había dicho que disfrutarían de una paz muy superior a la que el mundo puede dar. No es extraño, pues, que su alegría fuera desbordante y vivieran como en una especie de embriaguez. Tampoco es extraño que les gustara orar en común a tiempo y a destiempo porque la oración les servía de desahogo de su espíritu. Una oración en lenguas, a gritos y con “gemidos inefables”.
La reunión principal era para “partir el pan” por las casas. Poco a poco se hizo costumbre celebrarlo el primer día de la semana porque ese día había resucitado el Señor que por eso se llamó Domingo, es decir, día del Señor, en latín, Dóminus. El momento sagrado se celebraba al final de una cena en la que se congregaban todos los que se iban convirtiendo. Primero saludaban a los nuevos, cenaban y compartían largamente ya que para muchos el recuerdo de Jesús era vivo y todavía sensiblemente emocionante. Los que habían conocido a Jesús personalmente comunicarían fuego a aquellas reuniones (ágapes), pero lo verdaderamente determinante era la actuación del Espíritu en todos ellos. Era el propio Espíritu del Resucitado el que iba configurando al grupo de advenedizos como comunidad, creando una relación muy fuerte entre unos y otros. El comer juntos ahondaba los lazos que la fe iba tejiendo entre ellos y que, al final, quedaban consagrados con el participar del mismo pan y vino sagrados.
Para Jesús el hecho de comer juntos no era ninguna frivolidad. Las comidas con pecadores y personas nuevas, como Zaqueo, eran un hecho escatológico que indicaba que el Reino ya había llegado y actuaba en medio de nosotros. La escatología es el más allá de la historia, hace referencia a lo que sucederá en la otra vida. Viene de la palabra griega ésjatos, que significa último, es decir, lo referente al fin del mundo. Para Jesús estas comidas no eran reuniones de simple confraternización, porque entonces hubiera comido con sus amigos. Tampoco eran subversivas, políticamente hablando; eran escatológicas, porque significaban un anticipo del Reino futuro ya actuante entre nosotros y en el que tienen un lugar todos los llamados de cualquier clase y condición. Esta presencia escatológica, los teólogos la formulan con la frase “ya, pero todavía no”. Es decir: el Reino ha llegado, pero todavía no en plenitud y, por eso, seguimos clamando: “Maran atha”, o sea, “Señor, ven”.
Con el paso del tiempo esta presencia del Espíritu se fue atenuando y apagándose cada vez más. Probablemente abusos como los que nos cuenta San Pablo y también el aluvión de gente semiconvertida, obligaron a separar la comida profana de la sagrada. Con ello se institucionalizó y se ritualizó la parte sagrada, relegando la parte vivencial y de fraternización en beneficio de una presencia real pero conceptualizada en el pan y en el vino.
El proceso fue así y probablemente no pudo ser de otra forma. La Iglesia se ha visto obligada, sin duda, a custodiar y a codificar el misterio con normas y códigos que rayan el arcano. A lo largo de la historia pasan tantas cosas que no somos nosotros quiénes para juzgar lo que se ha hecho en cada época. Ahora bien, esta ritualización tiene, sin embargo, el peligro de cosificar a Jesucristo, de mitificarlo, de acercarse a Él por puro rito y rutina, de separar la vida del sacramento, de venerarlo sin que el corazón esté convertido. Por eso, cuando vuelven épocas fuertes del Espíritu, la nostalgia se hace presente. Uno echa de menos la fraternidad de las primeras cenas, las eucaristías desritualizadas, la comunidad viva llena de Espíritu Santo, la acogida de los hermanos, el sentido que dan las mismas vivencias, la superación del clasismo y de la lucha generacional.
De ahí que el cristianismo no tenga ahora la fuerza que tuvo en otras épocas. Esperamos que una situación de pandemia como la que estamos viviendo ayude a muchos a descubrir la nostalgia de un Cristo vivo para que la fe sea algo real y con más poder. Acabo de hablar un largo rato con un médico de los que están en la brecha y he notado que su desconcierto es casi total. No tienen ni idea si después de pasarlo hay inmunidad o no, si muta el virus, si los anticuerpos le pueden defender a uno en el futuro o no. El virus está zarandeando a la clase médica de tal forma que su seguridad y certeza de otros tiempos está por los suelos. A este hombre y a muchos de sus colegas les obligaron a profesar el primer día que entraron en la facultad el dogma de que nada que no sea racional o científico es digno de ser considerado por un doctor. Bien entendido tiene su verdad, pero en el fondo es profundamente falso porque no hace justicia a la vulnerabilidad del ser humano, incluido el científico.