41. Conversión de San Pedro al catolicismo.Por Chus Villarroel
Hoy es 24 de abril, viernes. Seguimos con el estado de alarma y el confinamiento que se acaba de prorrogar hasta bien entrado mayo. No vemos todavía la salida del túnel como nos dicen por televisión. No hay más remedio que seguir como estamos. Pues bien, lo mismo que aprovechamos la cuaresma para abordar desde la fe la interpretación de esta epidemia, seguiremos ahora haciéndolo desde la espiritualidad cargada de contenido que sigue a la Pascua y a Pentecostés. Yo me alegro de seguir compartiendo con vosotros este pequeño escrito diario mientras el Señor nos lo permita.
Estoy buscando estos días la identidad de la nueva comunidad nacida de la predicación de los apóstoles que al ser todos judíos estaban muy amarrados a su viejo tronco religioso. No habían entendido las frases de Jesús en las que les había dicho que “a vino nuevo, odres nuevos”. Ellos no podían desligarse de lo viejo. El capítulo 10 de los Hechos de los Apóstoles es una lectura imprescindible para entender la evolución de la pequeña comunidad formada a partir de Pentecostés. Os recomiendo que la leáis aun antes de terminar este articulito. Pedro, hasta ese momento rancio judío, va a entrar en la universalidad a la que la nueva fe estaba llamada. Universal en griego se dice católico, es decir, abierto a todos y a todo. En este capítulo 10 se nos va a contar, pues, la conversión de Pedro al catolicismo obra directa del propio Espíritu Santo.
En este momento Pedro estaba en Joppe, hospedado en casa de un tal Simón, el curtidor. A la hora de sexta, hacia las 12, subió a la terraza a hacer oración. El Señor aprovechó y le dio una visión. Una especie de sábana enorme bajaba del cielo a la tierra y en ella había toda clase de animales. Alguien le dijo a Pedro: “Ahí tienes, mata y come”. Pedro contestó: “De ninguna forma, jamás he comido yo nada impuro”. La voz le replicó: “Lo que Dios ha creado puro no lo llames tú impuro”. Esto se repitió por tres veces. Pedro se dio cuenta de que el Señor no aceptaba las normas de pureza de los judíos entre las que había animales puros y otros impuros como los cerdos.
Al rato llegaron unos emisarios de Cesarea, una ciudad no lejos de Joppe. Venían de parte de un tal Cornelio, centurión romano, hombre muy piadoso pero pagano de nacimiento. A éste le habló el ángel del Señor y le dijo que fuera en busca de Pedro y que hiciera caso de todo lo que Pedro le dijera. A Pedro se le presentaba una seria papeleta, la de tratar y entrar en casa de un pagano, cosa prohibidísima a los judíos, aunque después de la visión de la sábana le costaría menos obedecer. Al día siguiente se fueron todos a casa de Cornelio. A Pedro le acompañaron bastantes de la comunidad. El centurión, por su parte, había invitado a dicho encuentro a muchos amigos suyos con lo que se reunió allí un público numeroso.
No sabemos cómo se lo tomaría Pedro al entrar en una casa de paganos y rodeado de muchos de ellos. Nunca se había visto en otra. La verdad es que empezó muy bien su predicación diciendo: “Verdaderamente ahora comprendo que Dios no hace acepción de personas sino que el que le teme y practica la justicia le es grato sea de la nación que sea. Entonces les anunció a Jesucristo y mientras les predicaba el kerigma bajó sobre todos ellos el Espíritu Santo. El revuelo fue tremendo porque los paganos romanos comenzaron a alabar a Dios y a hablar en lenguas, lo mismo que les estaba sucediendo a los judíos que se convertían. Todos los judíos que acompañaban a Pedro se quedaron atónitos al ver que el don del Espíritu Santo se derramaba también sobre los gentiles paganos. Nunca lo imaginaron. Pedro dijo a los judíos: “No podemos de ninguna forma negar el bautismo a éstos cuando el mismo Dios nos lo está mostrando con claridad”. Y mandó bautizar a todos. Como era lógico,Cornelio y sus amigos le pidieron que se quedara con ellos algunos días.
Pedro se dio cuenta de que la nueva fe tenía que ser mucho más universal. Tenían que caber en ella todos los pueblos. Se estaba convirtiendo al catolicismo, es decir, a la universalidad. Hoy se dio un paso esencial para que la nueva fe encontrara su identidad. Pedro se convirtió al catolicismo. La nueva fe no iba a ser simplemente una secta del judaísmo o una división dentro de él, sino un hecho global, con contenido universal y católico. Iba a ser la religión para todos en la que todos los hombres encontraran la voluntad de Dios para ellos. Este hecho sin embargo iba a traer mucho revuelo y muchos problemas.
“ Pues bien, lo mismo que aprovechamos la cuaresma para abordar desde la fe la interpretación de esta epidemia, seguiremos ahora haciéndolo desde la espiritualidad cargada de contenido que sigue a la Pascua y a Pentecostés.”
Y también seguimos disfrutando de este enfoque que continúa estando ungido. ¡Gracias, Chus!
Jesús solo miraba los corazones. Por eso no le importaba que Pedro le fuera a negar, muerto de miedo. Su Espíritu y el amor del Padre hacen lo mismo. No les importa las veces que nos confesamos, sino cuántas veces tenemos ganas de hacerlo.
Yo creo que hasta recogió a Judas cuando se aniquilo a si mismo, sin ver salida. Ese suicidio sin enfermedad mental es la mayor contrición ante el pecado, que jamas se ha hecho. No sabemos si quiso apartarse del Señor para irse, soberbio, con los angeles caidos o si fue presa del odio a si mismo. En este caso, su restauración por el Amor habra sido la mayor de la historia de la humanidad, Gloria al Señor.
El Cristianismo fue universal desde el primer instante, porque Jesucristo habla con los corazones, no con las obras ni con las ideas. No juzga al pecador sino que
le compadece y le sana. El juicio será la liquidación del mundo, la decisión respecto al destino definitivo de cada uno, que tomaremos libremente cuando se encienda la luz.
Yo me alegro de seguir compartiendo con vosotros este pequeño escrito diario mientras el Señor nos lo permita
Yo también me alegro Chus y me encanta este grupo de compartir que aquí se va creando porque me gozo en la predicación y en los comentarios, aunque no nos conozcamos, la palabra nos une. Qué bueno !!!
Gloria al Señor!
¡El Espíritu Santo vino sobre las presentes!
Llama la atención como en aquel tiempo después de la resurrección de Jesucristo, el Espíritu Santo se derramase con una fortaleza inconcebible para nosotros en la actualidad. En el plan de Dios debía de ser así para que el cristianismo se extendiese y llegase a ser universal como lo conocemos pasados dos mil años.
Hoy el Espíritu Santo se sigue manifestando en la Iglesia en mayor o menor medida. A nivel individual, por ejemplo en los grupos carismáticos, pero no con la fuerza transformadora de los primeros cristianos.
Sabemos de casos individuales como el Espíritu Santo se derrama en tal medida que cambia a las personas radicalmente.
Recuerdo aquella historia en su libro «Dios existe. Yo me lo encontré», del ateo francés André Frossard.
«Habiendo entrado, a las cinco y diez de la tarde, en una capilla del Barrio Latino en busca de un amigo, salí a las cinco y cuarto en compañía de una amistad que no era de la tierra».
Vió un signo, y salió totalmente cambiado. Tal como él dijo: «Entré ateo y salí cristiano», tuvo una conversión tumbativa.
https://www.aciprensa.com/vejemplares/frossard.htm
El por qué hoy no se dan las mismas circunstancias que entonces, es un misterio.
Este mundo en general necesita un gran Pentecostés, que transforme a las personas.
Nadie se puede resistir a ese toque de Gracia, y los paganos que rodeaban a San Pedro pienso que no eran mejores que la gente actual.
Me queda una pregunta, si el Espíritu de Dios nos toca en profundidad como a aquellos paganos, ¿dónde quedaría nuestra libertad?.
Esta es una cuestión que la dejo ahí, y seguro que tiene una respuesta del Espíritu Santo para cada uno.
¡GLORIA AL SEÑOR!
Gracias, Chus, qué bonito, ungido, amoroso explicas todos estos misterios que aceptaron los discípulo; ayudan a comprender lo que tuvieron que dudar y luchar para dar a conocer a Jesucristo.
Gloria al Señor
Comienza el capítulo diez de los Hechos de los Apóstoles presentando a un tal Cornelio y a su familia con estas palabras “Había en Cesárea un hombre llamado Cornelio, centurión de la cohorte Itálica, piadoso y temeroso de Dios, como toda su familia, daba muchas limosnas al pueblo y continuamente oraba a Dios”. Después se nos narra esas visiones, que nos comenta Chus, y que terminan con la venida del Espíritu Santo sobre todos, motivo por el que Pedro ya termina de comprender su visión y bautiza a los presentes.
Decíamos el otro día, que los judíos seguían sus leyes sacadas de sus tradiciones y de los mandamientos, y adaptadas a su forma de ver, quizá siempre con un interés propio, pero que no pensaban en los demás. Se circuncidaba a todos los varones para pertenecer al pueblo de Dios. Pero más tarde, en los Mandamientos, se hablaba del amor al prójimo, cosa que se supone que era imprescindible para pertenecer al pueblo de Dios, pues el que no ama a su prójimo, no cumple con los mandatos de Yahvé. Para los Sumos Sacerdotes posiblemente lo importante era la circuncisión, y así lo vivían. Por eso, no es de extrañar, que Pedro pensase de la misma manera respecto a Cornelio. No recordaba que Jesús habló con la Samaritana, y que no hacía distinción de personas, pecadores o no. El había venido a predicar y salvar a todos, a los amigos y a los enemigos. Por eso perdonó desde la cruz a los que le habían llevado hasta el Calvario.
Creo, como decía antes, que todo el que cumple con el mandato de Jesús, de amar a su prójimo, está creyendo en sus palabras, y Él es el camino, para llegar al Padre, que no hace distinción entre hijos, ama a todos por igual.
No sé yo si en la actualidad seguimos pensando de la misma manera. Exigimos unas determinadas cosas, como el Bautismo, para pertenecer a la iglesia de Jesucristo, y es normal. Pero pensamos que nuestra religión es la única y verdadera. No sé si para Dios, los verdaderos creyentes son aquellos que piensan en su prójimo antes que uno mismo.
Recordemos las palabras de Jesús: “No todo el que dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que cumpla la voluntad de mi Padre, que está en los cielos”. Y ya sabemos cual es su voluntad: “amar al prójimo como a ti mismo”.
No es de extrañar que Cornelio, que era “piadoso y temeroso de Dios, como toda su familia, daba muchas limosnas al pueblo y continuamente oraba a Dios” fuese digno de recibir el Espíritu Santo.
Los creyentes son los que creen que Jesucristo es el Hijo de Dios vivo. Llevo media tarde proclamandolo con los de la Rosa de Saron, gracias al Espíritu Santo.
Pero si te lo crees de verdad es cuando amas al projimo, porque quien le ama es la Trinidad a través de ti.
Es el Espíritu Santo el que al unirse a nuestro espíritu NOS HACE LIBRES. Descorre la cortina que que nos separaba de Dios, para acoger y comprender Su Palabra de Amarle, y todo porque nos revela en el corazón a JESUCRISTO que es el camino que nos lleva al Padre, a la Verdad, que somos hijos de Dios en el Hijo y a la Vida abundante, la felicidad plena de ser creados por amor, en el amor y que caminamos al Amor, somos seres transcendentes no estamos aquí por qué sí. Abre nuestra capacidad sensitiva, compasiva, unificadora… Y por encima de todo, damos lo que nos es dado. Si Jesús viene a tí en su humanidad y divinidad recibes tanto Amor, Misericordia, Perdón que es imposible guardártelo para ti y no sólo no darlo sino darte pues te conforma con el que es EL AMOR, de manera que TODA LA HUMANIDAD eres tú mismo. Mirar con la mirada de Dios no!
Hasta ese toque Profundo del Espíritu en nuestro espíritu somo reos de muerte, o dicho de otro modo somos esclavos del demonio.
Después el Señor se encarga a su ritmo de sacar de una piedra un hijo de Dios para la eternidad, por eso ya no se nos ocurre decir nada de nadie. EL HACE PURO LO IMPURO.
«Porqué llamas impuro a lo que Dios a purificado?». Dios da el Espíritu Santo a quién Él quiere. *Eres mi respirar*