15. Recuperar la convivencia. Por Chus Villarroel
Es difícil descubrir a Dios en la vida. Yo me pasé muchos años intentándolo. Creí, de buena fe que lo iba descubrir a través del pensamiento y en eso empleé mi tiempo durante muchos años. El Dios que descubrí no me consolaba, no me salvaba, no llenaba mi vida hasta el punto de sentir que tenía dueño, que merecía la pena vivir. Más bien me sucedía lo contrario. Influido por las tendencias de la época me juzgaba, más bien, como abandonado, no querido ni justificado, como alguien que existía por pura casualidad, un ser sin destino y finalidad aclarados.
No me sentía demasiado acuciado y por eso gasté muchos años en ese débil empeño. La sabiduría consiste en conocer el camino pero siempre pensé en mi inconsciente que algún día la descubriría. A San Agustín, por lo que he leído, le pasaba lo mismo. Un día San Ambrosio le dijo que él no la iba a encontrar y menos a través de ideas, porque la sabiduría es una persona y es ella, si estás dispuesto, la que va a venir a ti.
Al descubrir a Cristo a nivel de kerigma sucede esto. Ese tirón, esa atracción hacia Cristo se llama Espíritu Santo. Es él el que te lo revela como persona, y te lo inyecta en tu interior transformándolo en experiencia viva. Desde ese momento tu vida está justificada, querida por alguien, consolada, aclarada en su destino y finalidad. Has encontrado el amor y la verdad de tu vida.
Los primeros discípulos que descubrieron esto formaron rápido comunidad. Necesitaban charlarlo y contárselo entre ellos. “Jesús vive, ha resucitado”, se lo gritaban los unos a los otros. En especial sintieron que era el mismo Espíritu de Jesucristo el que les empujaba y les unía a los unos y a los otros. El hecho diferencial de esta comunidad se daba en el amor y la unidad que crearon con ello un principio de identidad indestructible.
Ahora el cristianismo no es algo tan vivo pero el Espíritu nos sigue llevando a Jesucristo. En estos días de coronavirus donde todos estamos encerrados en nuestras casas, donde se castiga seriamente el salir para no contaminar ni contaminarse, necesitamos recuperar la comunidad y convivencia del principio. Tal vez en casa no sea posible porque hay gente de distintas tendencias. No hay suficiente amor, ni unidad, y el mismo compartir es muy periférico. Cada uno está a lo suyo, siendo el móvil el mayor objeto de atención y distracción. Cada uno el suyo.
Se necesita un temple muy especial para que los nervios no nos traicionen al no ver salida, al asfixiarnos en espacios reducidos, al ver que el otro no tiene nada interesante que decirnos, al percatarnos de la pobreza de sus soluciones, al descubrir que nadie es salvador sino más bien necesitado de salvación y consuelo. Sabíamos que éramos muy egoístas pero ahora con la proximidad nos damos cuenta de que este hecho es más grave de lo que creíamos. Si a esto se añade la incertidumbre y zozobra ante el futuro económico y el miedo a enfermar sin garantías de ser atendido y acompañado, esto se eleva al cuadrado.
Yo pienso que el cristiano, el hombre o la mujer de fe, tienen aquí un papel muy importante. No es suficiente la psicología ni el apelar al optimismo y a otros remedios postizos porque tu subconsciente no se lo cree ni lo acepta como solución. El Papa llama maquillaje a estas actitudes impuestas. No sirven, no son suficientes, no somos deficientes mentales. Es cierto que lo contrario, es decir, actitudes depresivas, son todavía peores, pero si la noche es oscura no se puede ver.
Lo más importante es una visión kerigmática y existencial de las cosas. La pura racionalidad suele agravar los conflictos. Basta que haya un creyente en la casa o en la pequeña comunidad para que todo cambie. Basta con que uno tenga el don del servicio y se entregue a los demás sirviendo en silencio sin pedir, sin exigir responsabilidades, para que el maleficio no se desborde. Con un creyente actuado por la gracia sucederá en esa casa el Espíritu Santo, que es un Espíritu de paz. Cada uno lo notará a su manera pero le llegará. No somos nosotros los que lo vamos a crear, irá sucediendo sin que casi nos demos cuenta. Para un cristiano de experiencia esto no es demasiado difícil, además de lo que el Señor y la Virgen le ayudarán.
Amén! Gloria a Jesucristo Resucitado! Gracias
Danos Señor esa visión kerigmática en estos momentos.
Pasa por los ancianos ,por las residencias de mayores, por sus cuidadores, por las enfermeras, pasa Señor curando y sanando como sólo Tú puedes hacer
Gloria a ti Señor Jesús, fuente de vida
Muchas gracias Padre Chus. Como siempre escribes lo que yo necesito leer. Tiene que ser el Espíritu Santo sin duda. ¡Gloria al Señor!
¡Oh Chus. cómo se las ingenia el eEspíritu Santo para que cada día nos consueles y nos acompañes
«con solo un creyente con don de Servicio actuando por la gracia es suficiente ….» Bendito sea Dios ¿seremos capaces de ofrecer ese servicio?, Seguro que sí,se lo pedimos al Espíritu Santo, cada día le decimos: aumenta nuestra fe.
Gracias, Chus.
El otro día me dijo una amiga que el Coronavirus pasará y entonces empezará la pandemia de divorcios. No sabía expresarle que no tiene por qué. ¡Gracias, Chus! ¡Ven, Espíritu Santo a los que nos sabemos completamente necesitados de ti por evidente pobreza!
El Espíritu Santo; el mismo Jesucristo no dará en todo momento lo que necesitemos en todas las circunstancias. Confiémos en Él, y tratemos de hacer lo que sea menester humanamente, pero siempre dejándole actuar en nuestras vidas.
El resultado será siempre paz y gozo.
Esta tarde el Papa nos ha dado la bendición Urbi et orbe con el Santísimo Sacramento desde la Basílica de San Pedro. Estremece ver semejante belleza tan vacía de gente. Sin embargo seguro que ha sido una de las celebraciones católicas más seguidas de la Historia a través de distintos medios y dispositivos. Estremece también ver a través de webcams por todo el planeta lugares emblemáticos vacíos, con algún solitario paseante con mascarilla. Estremece la soledad con que mueren los enfermos, aislados. Estremece el clamoroso fracaso de los que decían tener todo atado y era mentira, como sospechábamos. También nos admiramos de los héroes que por su iniciativa y sin esperar nada a cambio están sirviendo a los demás. Jesús es el Señor de las vidas y de la Historia. Él hace nuevas todas las cosas. Esta prueba que estamos viviendo está haciendo mucho daño pero está arrojando luz sobre lo importante y lo superfluo. Saldremos renovados si lo vivimos con Jesús o destruidos si pretendemos salvarnos solos.
Pensaba que ahora los padres no tienen excusa de no poder estar con sus hijos. Posiblemente no sean padres cristianos, pero en su desierto seguro que descubrirán que son familia y esto ya es muy importante. A otros nos toca estar solos, ese desierto se hace más solitario, pero una voz clama en el desierto: «allanad, preparad el camino al Señor». Esa voz ahora viene también a través de estos artículos. De repente el miedo, «¿y si nunca voy a ser consciente de ese kerigma en el plano necesario?». «¿Y si no descubro al Espíritu en mi vida hasta el punto de conocer el don de Dios?». Y entonces, Chus, me dices: ‘irá sucediendo sin que casi nos demos cuenta’. Oh, gracias, bendito sea Dios. De la mano de María…
Todos vamos a morir ahora. Unos morirán físicamente y otros morirán a una vida falsa que ya no tendrá ningún sentido. Es una catarsis planetaria que no podía dejar de suceder en una sociedad tan enferma. Ahora entenderemos a los países más pobres que cuando enferman no tienen medios para sanar, pero en nuestra prepotencia pensábamos que eso a nosotros no nos podía suceder. Pues sí.