5. Me dará la mano.-Por Chus Villarroel (artículo)
En esta parroquia desde donde escribo somos cinco sacerdotes. Los dos más “jóvenes” atienden al culto. Los demás ayudamos, si es el caso, y si no, contemplamos “como se viene la muerte, tan callando”, aunque a pesar de ser muy octogenarios nadie se ha cortado la coleta todavía. Cada uno de nosotros hacemos nuestras cosas que nos mantienen vivos y alegres en la brecha. Yo, que soy el mayor, con 85 años, pensé que estos quince días serían de hibernación como la de los osos de mi pueblo, pero me he puesto a escribir esto y me vitaliza sintiéndome muy cerca de todos vosotros.
Si alguno me pregunta cómo estoy viviendo estos acontecimientos le diría que lo vivo a dos niveles: uno a nivel sanitario con bastante preocupación porque pienso que puede llegar a ser más de lo que imaginamos. Aquí constato la humillación de una civilización que ha gastado millones de palabras en autoglorificarse, a la que todo esto le parecía impensable hace nada y que se ve acorralada como en la Edad Media por un patógeno aún desconocido. Nuestro cacareado estado de bienestar por los suelos. Evidentemente pienso que no tardaremos en encontrar una solución científica la que acogeremos, espero, con algo más de humildad de la que exhibe la progresía timbalera que nos rodea.
El otro nivel es el espiritual y en este disfruto mucho. En la vida normalmente no se tiene tiempo y sosiego para un prolongado retiro de esta índole. Lo de ahora no es retiro, es más, es confinamiento, con la policía a la puerta de casa por si se te ocurre intentar alguna aventura. Además de este apartarse del ajetreo ordinario que siempre ha sido bueno para la meditación, mi situación interior es propicia para plantearme las cosas con cierta profundidad. Me refiero a mi edad pero más importante que la edad es mi propia evolución espiritual.
Parto del hecho de que uno no tiene nada que no haya recibido. Por lo tanto, la vanagloria y el mérito personal están fuera de este discurso. Uno puede dar testimonio sabiendo que el que ha obrado y sigue obrando es el Señor. Siendo esto así, ¿cuál es mi situación? Para empezar confieso que tengo miedo al coronavirus. Aquí estamos cinco curas agazapados como conejos, todos en edad de riesgo y algunos, por patologías previas, de bastante riesgo. Hasta ahora todo va bien. Ni siquiera hemos cerrado la iglesia en este último finde porque se nos ha dado hecho, ya que no ha aparecido nadie a ninguna de las cuatro misas ni siquiera para preguntar. Como veis la gente está concienciada.
Uno de mis miedos es qué hacemos si uno de los cinco cae en la pandemia. ¿Qué podemos hacer los otros cuatro? ¿Le echamos de casa o nos vamos nosotros? Pero, ¿adónde nos vamos? ¿Quién nos recibirá si ya estamos marcados? Intentar que reciban a un viejo como un servidor en un sistema sanitario colapsado va a ser una empresa de titanes. Trataremos de cuidarnos y rezaremos porque otra salida no se ve. De momento hacemos estas reflexiones con deportividad y nos reímos mucho. Si llega el caso no sé lo que pasará; lo que tengo claro es que os lo contaré.
Mas allá de todo esto os confieso que mi vida espiritual da para vivir en paz este trance. Sea esto dicho con mucha humildad dada la fragilidad personal. Hace muchos años recibí como un don la experiencia del Espíritu Santo y cada vez me ilumina más. Con su luz no solo veo sino que siento mi vida destinada a la resurrección después del paso de la muerte que no puede estar muy lejana. Nunca pensé que vendría de un coronavirus pero todo puede ser. La figura que emerge triunfante en mi corazón es la de Jesús resucitado y la de la Virgen que me ha prometido que en el último trance me dará la mano.
No es bueno dejar las cosas para el último momento. Conviene llegar a los trances difíciles ya rezados y ejercitados porque de lo contrario puede ser uno presa del desconcierto y de los nervios. Las cosas no previsibles, como es un coronavirus, pueden escandalizar a nuestra racionalidad y bloquearnos por un tiempo. Que lo tuyo no sea nada. Sursum corda, que significa, arriba los corazones.
Muchas gracias Chus! Infinitas gracias al Señor x tí.Como nos acompañas poniendo palabras a esta experiencia q estamos viviendo. Y compartirlo con todos los q cren y los q no. Y todos te leen ávida/ en éste momento crucial. Gloria al Señor Resucitado!!!
Muchas gracias Chus por tus testimonios diarios tan profundos y divertidos. Me hacen mucho bien. Rezo por ti, tus cuatro compañeros y todos. Gloria a Dios.
Muy bien Chus no te preocupes porque lo que sufras antes de que pase es un proyecto adelantado bueno imagino que estaréis como todos tapados por el manto de la Virgen y si uno se pone malo le podéis atar a una pata del banco de la Iglesia y de pasáis tranchetes por debajo de la puerta y jamón de york
Gracias de corazón por dar luz, esperanza e ilusión con tus palabras. Te he conocido hace poco pero has sido un descubrimiento maravilloso!!!
Alabado Dios.
Gracias, Chus. Gracias