Beato Enrique Susón
Fray Enrique Susón
Dice Jesús: Si quieres contemplarme en mi Divinidad Increada, aprende primero a conocerme y a amarme en mi humanidad sufriente; es el camino más corto para acceder a la bienaventuranza eterna.
Dice Jesús: Si mis sufrimientos y la extrema pobreza en la cual me encontraba no provocan en ti ninguna lagrima, que tu corazón ponga su gozo en la consideración de todas las cosas buenas de las cuales puedes gozar gracias a mi Pasión, y si no puedes ni gozar ni llorar medita la para Mi sola gloria en la sequedad de tu corazón. Al hacerlo no harás menos que si tus ojos hubiesen llorado todas las lágrimas de tu cuerpo, o si tu hubieses sigo sumergido en consolaciones – ya que haciendo eso por puro amor no se esconderá detrás de ello la búsqueda de ti mismo.
La gran peste negra que mato a media Europa tuvo lugar durante el siglo XIV. A mediados entre 1346 y 1347, estalló la mayor epidemia de peste de la historia de Europa, era una enfermedad terrible y desconocida que se propagó rápidamente, y en pocos años sembró la muerte y la destrucción por todos lados. Es tan sólo comparable con la que asoló el continente en tiempos del emperador Justiniano (siglos VI-VII). Desde entonces la peste negra se convirtió en una inseparable compañera de la población europea, hasta su último brote a principios del siglo XVIII. Sin embargo, el terrible mal jamás se volvió a manifestar con la virulencia de 1346-1353, cuando impregnó la conciencia y la conducta de todos, lo que no era de extrañar. Porque tuvo esta peste tal impacto pavoroso?: por un lado, era una enfermedad inesperada, desconocida y fatal, de la cual se ignoraba tanto su origen como su terapia; y porque por otro lado, afectaba a todos, sin distinguir apenas entre pobres y ricos. Quizá es este último detalle, porque afectaba a los mendigos como a los reyes, lo que le dio tanto eco en las fuentes escritas, donde que encontramos descripciones tan exageradas como apocalípticas. Esta enfermedad era propagada por las ratas pero eso no se descubrió hasta el siglo XIX, de manera que para las personas de entonces se la veía con un origen sobrenatural, cosa que la hacía todavía más temible.
Sin embargo al mismo tiempo el siglo XIV fue una época de gran espiritualidad. Especialmente en la orden de Santo Domingo que es la del personaje que nos ocupa. Esa gran espiritualidad no fue solamente de los Dominicos porque florecían también los franciscanos aunque con menos pujanza que en el siglo XIII sin embargo no cabe duda que las lumbreras de los Dominicos eran de primer orden; Fra Angélico, Imelda Lambertini y Catalina de Siena en Italia, Álvaro de Córdoba en España. Maestro Eckhart y Juan Taulero en el borde del Rhin y en Alemania del Sur el mismo Enrique Suso de quien vamos a hablar.
La orden tenía en ese momento su mayor expansión, los conventos de frailes dominicos y monjas de clausura cubrían Europa. La provincia Teutona a la cual pertenecía Constanza donde nació Suso tenía cincuenta conventos de hombre y en la misma Estrasburgo había siete monasterios de clausura femenina. También se podía contar setenta y cinco monasterios de frailes en los bordes del Rhin donde se encontraban también ciento setenta y cuatro femeninos y en cada uno de ellos más de cien monjas. Aunque todos no fueran poblados por santos, y Suso dirá que no todo era perfecto en estos monasterios, era una cantidad más que apreciable de religiosos y religiosas dedicados al servido de Dios. Y lo que si es cierto es que los maestros de Renania por su predicación y escritos llevaban la cabeza en la corriente reformista que circulaba en la Iglesia en estos momentos.
Heinrich Seuse, que conocemos como Enrique Suso o Susón era un religioso dominico, un santo y un escritor místico. Es uno de los autores espirituales alemanes más conocidos del siglo XIV. Su espiritualidad se caracteriza por su amabilidad y por su claro concepto de que la vida interior es accesible a todas las almas de buena voluntad. Nació en Constanza hacia 1295 un 21 de marzo y murió en Ulm en Baviera el 25 de enero de 1366.
Eso de que iba a ser santo no estaba escrito cuando nació en el seno de una gran familia alemana los Berg en la zona de Alemania que bordea el lago de Constanza. Nació de un padre difícil “mundano” según él y de una madre que por lo que cuenta era deliciosa, dulce, religiosa y amable. Tanto es que no quiso llevar el apellido de su padre Berg pero se quedó con el de su madre Seuse, Suso o Susón como se le conoce en España, cuando se le conoce porque la mayoría de las personas, también religiosos y sacerdotes con quien he hablado, no tienen idea de quién es. En la ciudad de Uberlingen en la parte alemana del lago de se ve todavía una casa donde se dice que nació. Es bastante probable que no sea verdad pero se mantiene de esa manera su memoria en el lugar. No fue un niño feliz, era enfermizo y la atmosfera de la casa se le debía de caer encima así como las desavenencias de sus padres. Paso de la niñez al hábito religioso, ya que entro como novicio en el Convento de Constanza que pertenecía a la orden dominicana con trece años. En su Vida redactada por una de sus hijas espirituales Ysabel Stagen, una mística, dominica también en el convento de Toss, a partir de ciertas confidencias que él le hizo, cuenta que su padre, “un mundano” le hizo mucho sufrir. No se sabe cómo fue su entrada en la Orden pero sí que sus padres dieron una buena suma, probablemente como limosna al convento cosa que después lleno de disgusto y remordimientos al joven porque le pareció que había habido ahí simonía cuando realmente no se trataba de nada parecido. Porque entro? Seguramente por vocación y se decidió por la Orden probablemente porque conocía bien a los frailes. La verdad es que al principio de su noviciado no brillo por su santidad era un novicio más bien flojo y sin grandes aspiraciones solamente se preocupaba por lo visto de evitar las faltas mayores y lo que podía poner sombra sobre la reputación de un religioso. Yo pienso también que con sus trece años y en plena adolescencia el noviciado no le debió de resultar fácil. Era la separación de con su madre a la cual por lo que dice estaba muy apegado y también por la vida más fácil que había tenido desde niño en su casa. Que un chico tan joven haya entrado en la Orden no era tan corriente, aunque entonces se consideraba adulta una persona a una edad temprana ya que la vida no era tan larga como ahora. Allí inició su formación, que constó, seguramente, de un año de noviciado y de dos o tres dedicados al latín y a la espiritualidad Dominicana. Después pasó por los Estudios de Filosofía. A continuación estudiaría Teología. Estos últimos estudios se realizaban en un Estudio particular de la Orden. Es probable que permaneciera en el Estudio de Constanza, o enel Estrasburgo. Tras vivir cinco años en el convento, sin mucho fervor, experimento cierta insatisfacción con su vida, un vacío interior y una inquietud que le llevaron a una experiencia intensa y gozosa de Dios, una experiencia mística que le conducirá a una conversión profunda. Un día oyó en el comedor una lectura que influenciará toda su vida y la transformarla. Era un texto de la Sabiduría que de repente, le penetro profundamente le hizo reflexionar y le enamoró. Se enamora perdidamente de la Sabiduría Eterna que pasa a ser su amada. Para él esa Sabiduría que atrae y abraza con amor los corazones de sus fieles es Jesucristo. Descubre que sólo el amor de Dios le puede llenar por completo y saciar su corazón, encuentra en ese amor todo lo que ha esperado desde siempre, desde esta infancia dificultosa y sus primeros pasos en la vida religiosa. Por ello, quiere permanecer siempre unido al Señor, hasta el punto que va a hacerse un tatuaje, a lo bruto, grabándose con un estilete el nombre de Jesús sobre su pecho. No pudiendo hacer humanamente más le dice a Jesús: “Señor, único amor de mi corazón, mira el enorme deseo de mi alma. No puedo imprimirte en mí más a fondo. Así, pues, Tú, Señor, acaba, te lo ruego lo que falta y grábate más profundamente en el fondo de mi corazón, esculpe y sella en mí tu santo nombre de manera que nunca pueda ser borrado, ni apartado de mi corazón”. Precioso no? Pero fue una sangrienta operación que se guardó muy mucho de enseñar a nadie solamente lo supo algún intimo a quien se confió más tarde, esta marca de la herida de amor quedo para siempre y no desapareció nunca.
Al convertirse descubre lo que fue la Pasión de Cristo y quiere imitarla para ser más igual a Él. Desea anhela parecerse cada vez más a su amor Jesús y para ello se lanza en una serie de mortificaciones y austeridades que dejan pálidos los de los padres el desierto de las cuales había escuchado el relato también en las lecturas del comedor. Va a inventar tantos instrumentos de tortura que la sola enumeración nos deja inquietos sobre su salud mental. Pero no. Está sano, muy sano, solamente loco de amor y desea semejarse en lo más posible a Jesús crucificado. Para lograrlo contempla la vida de Jesucristo y le conmueve especialmente su gesto de entrega por nosotros hasta la muerte y como dice San Pablo “muerte de cruz”. Siente una gran devoción por la Cruz de Cristo, pues en ella descubre el inmenso amor de Dios por él y cada uno de los hombres. Se someterá durante años a esas austeridades y las abandonara solamente sobre una orden de Dios, antes de que estas acaben con su salud. A nuestra sensibilidad moderna no le gusta tanta penitencia física, tanta flagelación y cilicios con clavos, durmiendo si se puede utilizar la palabra dormir sobre una cruz de pinchos. El relato de todo lo que se le ocurría no nos parece de alguien en su sano juicio. Bueno, es que no lo estaba, estaba tan enamorado de Jesús que todo le parecía poco. Ningún enamorado está en su juicio. El que está en “su” juicio no sabe que el amor te lleva a hacer locuras por el juicio del “otro”. Además la época ve estos padecimientos con buenos ojos, Enrique al igual que su contemporáneos, considera que el sufrimiento acompaña al amor y “no hay amante que no sea mártir”. Sin embargo años más tarde entenderá en una experiencia mística que eso no es lo que Dios desea, las austeridades son un buen principio pero no son un fin en sí mismos. Dios no nos pide de cargar con la Cruz de Cristo pero de cargar con la nuestra. En cualquier monasterio de ahora, Suso hubiese tenido que pasar por los médicos y psiquiatras que es lo que les ocurre a Marta Robin, al Padre Pio y a otros místicos de ahora. Durante años practica estas austeridades increíbles pero a un momento dado por orden del Señor su celo se traduce de otra manera; Dios le hace comprender que la mejor mortificación consiste en aceptar con gozo ofreciéndoselas las pruebas de la vida. Obedientemente tirara todos sus instrumentos de tortura en el Rhin, justo a tiempo para recobrar una salud en muy mal estado. Tenía entonces cuarenta años. Además Dios le dice que ahora va a empezar a cargar con otras cruces que no se habrá buscado, lo hace justamente en un momento en el cual Suso va a tener pruebas exteriores. Y es que Enrique va a empezar a pasar por situaciones muy duras, causadas por las críticas de sus compañeros, incomprensiones y calumnias, además de momentos de angustia y de gran sufrimiento interior. Me encanta Suso este hombre de una época tan dura que en muchos puntos se parece a la nuestra, porque pocos hombres o mujeres tuvieron como el hacía Jesús un comportamiento más tierno. Vivía espiritualmente en su compañía. En todos los lugares se imaginaba vivir con Él y compartir con Él todo lo que hacía durante el día, en la mesa le ofrecía comida, bebida, y para honrar a su amado tenia delicadezas de enamorado. Toda su vida fue un continuo arrobamiento de amor. Me encanta ver que un religioso, con grandes capacidades intelectuales y que era un gran predicador, y director espiritual además de escritor pudiera ser un enamorado tierno. Un romántico espiritual.
No era solamente un enamorado debió ser un buen estudiante ya que fue enviado al Estudio General de Colonia en torno al año 1.324. Fundado por San Alberto Magno, Colonia era un centro de estudio y de investigación para aquellos dominicos que se iban a dedicar a la enseñanza o a la formación de los estudiantes. En ese momento el regente de estudios era el Maestro Eckhart, hombre profundamente sabio y querido en la Orden. Susón en sus obras también demuestra su aprecio por el Maestro y la gran influencia que Eckhart ejerció sobre él. En 1.326, dos dominicos que no aceptaban la reforma de vida propugnada por el Maestro Eckhart, lo acusaron de formar parte de la herejía y de ser hereje él mismo. En el proceso de investigación contra él se ponen de manifiesto las envidias y rivalidades entre el Clero Diocesano y las Órdenes dominicas y franciscanas. La mayoría de los Dominicos alemanes dieron su apoyo a Eckhart. Sin embargo, en 1.329, probablemente tras el fallecimiento del Maestro, hubo una Bula del Papa Juan XXII “In agro dominico” condenando 17 tesis eckhartianas y señalando otras 11 como equívocas. También se indica que el dominico se sometió a la decisión de Roma.
Seguramente estos acontecimientos marcaron profundamente a Enrique Susón, que hacia 1.326 deja el Estudio general de Colonia y vuelve al convento de Constanza donde va a permanecer 20 años. (En su obra “Diálogo de la Sabiduría” aparece una alusión velada a este momento). Parece probable que, en un primer momento, recibiera el embargo de ser lector del convento, es decir, animador de la vida intelectual, y apoyar la formación de los más jóvenes. Pero, a causa de su Librito de la Verdad, escrito entre 1.326 y 1.330 en defensa del Maestro Eckhart, va a ser destituido del mismo. En un Capítulo de la Orden es acusado también de herejía, y aunque al final no fue condenado le causó un gran sufrimiento interior, que describe con las siguientes palabras: “…Me sucedió una vez que tuve que sufrir mucho desprecio… Sentado en mi celda, vi un perro que corría en medio del claustro y jugaba con un trapo; lo tiraba hacia arriba y luego lo pisoteaba. Entonces suspiré profundamente y dije: De verdad, Señor, estoy en la boca de mis hermanos como este trapo. Pensé entonces: Constátalo, pues, el trapo deja al perro hacer lo que desea con él, lo lance hacia arriba o lo pisotee. Así debes hacer tú… Cogí el trapo y lo llevé a mi capillita al lado de mi silla… donde lo miro frecuentemente” (Gran Libro de las Cartas, XII)
Eso no impide que hacia 1329 sea profesor de Teología en el Colegio dominicano de Constanza. Entre 1329 y 1336 compone sus dos obras más importantes: el Libro de la Sabiduría Eterna y Libro de la Verdad. A partir de 1336, se dedica al apostolado y a la predicación por toda Alemania. En 1339 se clausura el convento de Constanza, y Suso es trasladado a Diessenhofen (Turgovia), donde es nombrado prior del convento en 1343. En 1347 ocurre que es denunciado falsamente por una mujer que lo acusaba de ser el padre de su hijo, lo que llevó a su deposición como prior y traslado a Ulm en 1348, donde viviría 18 años hasta su muerte. Unos años después en 1354 fue reconocida su inocencia.
Hacia 1362, reúne todas sus obras en un volumen titulado “Exemplar”, que encabeza con su autobiografía. La autenticidad de esta compilación y de la autobiografía, basada en las notas de Elisabeth Staglin, dirigida suya han sido puestas en duda por algunos autores modernos. Sus obras son: “El libro de la Sabiduría Eterna”, y un Librito de cartas donde están 11 epístolas de dirección espiritual escritas por Suso para Elisabeth Staglin y también para algunos otros de sus hijos espirituales. Ahí entra también el Libro de la verdad. Era singular eso de que fuera escrito en lengua vernácula ya que casi todos los libros de espiritualidad se escribían en latín, cosa que no facilitaba su difusión entre el pueblo.
Se le han atribuido igualmente: un Libro de sermones, El Librito del amor (Das Minnebüchlein) y el Libro de las nueve rocas, pero estos tres últimos son considerados por la crítica moderna como dudosos o apócrifos.
El libro de la Sabiduría Eterna que escribió en alemán hacia 1335, y que el mismo tradujo al latín entre 1335 y 1338, bajo el título “Horologium sapientiae” me ha encantado. Lo tengo en una edición francesa moderna preciosa. El Librito de las cartas perdió por lo visto parte de su encanto y espontaneidad en la revisión que hizo Suso con vistas a su publicación, pero estas cartas son modelo de discreción y de discernimiento de espíritus.
Sus dos obras más caracterizadas, El Libro de la Sabiduría Eterna y El Libro de la Verdad, fueron concebidas por el autor en forma de diálogos entre el alma y Dios. En el primero que fue algo retocado por el mismo en la edición latina, contrapone la auténtica sabiduría a la vana de gran número de hombres de ciencia. La verdadera sabiduría consiste en aprender a morir y esto comporta un estudio constante para convertir toda la existencia en alabanza de Dios. Los temas abordados especialmente son: la Pasión, la llamada del Señor, su amabilidad, su justicia, el valor de las pruebas en la vida espiritual. Con solo este libro que a mí me encantó y que tuvo una gran difusión se le recordaría. En Alemania ha compartido, durante largo tiempo, la popularidad con el libro de “La imitación de Cristo” de Tomas de Kempis y ha servido de fuente de inspiración a los artistas que en el siglo XV trataron temas de la Pasión.
El Libro de la Verdad pretende principalmente refutar los errores místicos difundidos por los begardos heterodoxos y por la secta de los “Hermanos del libre espíritu”.
Toda su obra ha sido influenciada indiscutiblemente por los maestros Eckhart y Taulero dominicos también que le precedieron pero aventaja a ambos en calor humano, en realismo y en comprensión de la naturaleza humana. Fue un gran predicador del Santo Nombre de Jesús y un magnifico director espiritual. Aceptó todas las pruebas con ecuanimidad ejemplar y su libro Sobre la “Sabiduría eterna” es una obra clásica de la literatura mística alemana que se lee fácilmente es una preciosa lectura y meditación hasta en nuestros días. Suso contrariamente a muchos en su época escribía en la lengua vernácula, en alemán, cuando la costumbre era de escribir en latín directamente. Es representativo de la escuela de espiritualidad dominicana alemana, de los místicos de Renania. Guarda la visión del universo de santo Tomas de Aquino exaltando el primado de la contemplación y para llegar a ella el despojamiento progresivo de lo sensible y la purificación de todo lo que distrae y agita impidiendo una mirada sobre Cristo, Sabiduría eterna. Suso insiste mucho sobre la unión con Cristo por la contemplación de sus perfecciones y de sus sufrimientos. Después de él la mirada se centrara más sobre la afección que sobre el conocimiento. Ya en la Iglesia se buscara lo emotivo, y la oración buscara a a meditar sobre las llagas de Cristo y sobre los siete dolores de Maria. Él está justo en el comienzo de este cambio que se fragua en el siglo XIV y en el XV. Devocio moderna.
Enrique Susón fallece el 25 de Enero de 1.366 y no fue enterrado en la fosa común del claustro, sino en la Iglesia, cerca del altar de San Pedro de Verona, primer mártir de la Orden, lo que indica que en aquel momento era muy venerado por sus hermanos.
Su reputación de Santidad fue creciendo tras su muerte y son numerosos los lugares donde aparece nombrado como “Beato”, o como “Santo”, a lo largo de los siglos XV y XVI. Un monje cartujo Lorenzo Surio, al traducir al latín sus obras en 1.555, en su dedicatoria se refiere a él como “varón de gran santidad”. Con esta traducción se difundió por toda Europa el pensamiento y la devoción al Beato Susón. Su culto fue confirmado oficialmente en 1.831 por el Papa Gregorio XVI, declarándolo Beato. Su fiesta se celebra en la actualidad en la Orden dominicana el 2 de marzo